JOSÉ MARTÍN-CAMUÑAS AYALA (13-07-1940)
Querido tío José,
aunque no te conozco, sé quien fuiste y lo que representaste para mi padre, tu
hermano. Aunque quizás llamarte querido pueda parecer absurdo puesto que no nos
llegamos a conocer, yo siempre he sentido el vacío de tu presencia en mi vida. Cuanto
nos arrancaron aquella madrugada en la que de tu pecho brotaron tres manchas
granas como tres amapolas.
Nunca sabré el color de tu pelo, pero me imagino tu mirada, del mismo e intenso color verde que tenía tu hermano, mi padre.
Nunca sabré el color de tu pelo, pero me imagino tu mirada, del mismo e intenso color verde que tenía tu hermano, mi padre.
Ese hombre que fue esculpido a
fuerza de dolor y rabia, a quien le arrebataron algo más que un hermano, le
robaron al que hizo las funciones de padre, de ese padre que desapareció de sus
vidas de forma tan temprana.
Le enseñaste
a ser humilde pero orgulloso, digno y honesto, respetuoso con hombres y
mujeres, con pobres y ricos. Que orgulloso habrías estado de él, tío, ay si
hubieras estado en nuestras vidas, quizás habríamos sentido que eras como ese
abuelo que no conocimos y tu madre habría sido una abuela genial, pero tanto
dolor la mantuvo sumida durante el resto de su vida en la oscuridad del luto y
la tristeza. Vivió envuelta en lutos por tu pérdida, por la de su hombre, por la
de los hijos e hijas que fueron partiendo antes que ella…apenas la conocí, tan
viejita y sentada en su rincón oscuro, tanto como fue su vida tras tu muerte.
Cómo
me habría gustado que hubieras sido tú quien me llevara al parque y no aquel
hombre que suplantó tu vida, ese amigo que te sobrevivió en la tortura y que
fue para mí tortura indigna de una niña de pocos años.
Tío cuantas cosas quisiera contarte, decirte
que la vida se volvió mucho más hermosa, que por la calle un hombre y una mujer
pueden pasear abrazados sin que nadie les mire, que dos hombres o dos mujeres
pueden amarse en libertad, que todos los niños y niñas van a la escuela y aprenden por igual, que tenemos
muchos de los derechos por los que tú luchaste, aunque todavía no hay verdadera
libertad. Pero lo que hoy tenemos, se lo debemos a hombres como tú que antepuso
la libertad de su patria a su propia vida, y perdieron, perdiste tu sangre
aquella madrugada cuando, por falso testimonio, te condenaron a muerte, a ti
que fuiste un hombre bueno.
Si
quieres puedo pintarte el cielo azul y describirte como pasan las nubes
lentamente atravesadas por las aves que vuelan, tío si pudieras estar aquí y
ver conmigo todo lo que yo puedo alcanzar, es tan diferente la vida, pero no
creas que hubo mucha hambre y miseria tras tu asesinato, incluso cuando yo
nací, que ya había pasado más de una década desde que te fusilaron, el hambre
persistía, y el miedo, tío, el miedo nos persiguió durante muchas décadas,
incluso después de morir el dictador, que por cierto, murió de viejo en su
cama, ¡después de segar tantas vidas!
De tu
mujer, no quedó en nuestra familia ni siquiera el nombre, tanto miedo, que ella
partió y nuestra familia no osó nombrarla nunca…todo porque cometisteis el
“pecado” de que un hombre vestido del color de los cuervos no santificara
vuestra unión. Que terrible época tío y que terrible secuela de casi cuarenta
años hasta que murió y otra década hasta que nos sacudimos el yugo de la
iglesia y los militares, pero no creas, ellos están ahí y poco a poco se están
volviendo a hacer fuertes y parte de culpa la tienen aquellos que se sienten
decepcionados con quienes intentar cambiar las cosas y dejan que sus gentes se
enseñoreen de todo…logramos que la educación fuera gratuita para todos y todas,
pero tío, entraron a gobernar los cachorros del fascismo y poco a poco fueron
desmantelando nuestro sistema de educación, el de sanidad, el del bienestar, el
de vivienda y ahora van de nuevo a por las mujeres, quieren hacernos retroceder
en muchos derechos logrados a golpes, con la muerte de muchas, que te voy a
contar, tío. Empiezo a tener miedo, miedo de volver tanto atrás, que llegue a
encontrarme donde quedaste tú, allá en aquella tapia, una madrugada, ya sin
pasado y volando mi porvenir…
Cuanto me habría gustado oír de tu voz
aquella historia, la tuya, que me hubieras explicado tus ideas, tus deseos,
haber conocido a tus hijos y jugar con ellos en tu casa o en la mía, saber toda
tu historia, tus sueños, donde te hubiera gustado viajar. En casa poco se
hablaba de ti y cuando se hacía siempre era entre murmullos para que no nos
pillaran hablando de ese rojo que una triste madrugada de verano, sacaron de la
cárcel de Porlier, para llevarlo a la tapia del cementerio del Este y asestarle
tres tiros en el pecho y no permitir que luego sus feudos pudieran darle justo
entierro. Hoy nos dicen, para desdecir lo que desde hace tiempo nos dicen, que
puede que tus huesos descansen en un basurero del cementerio, seguiré intentado
conocer la verdad y si es cierto que tus huesos están allí me agradaría cederte
mi plaza en el columbario donde descansa tu hermano, mi padre. Mientras llega
el día, este año volveré a aquella tapia en la que te arrancaron tu historia
para rendir homenaje a tu memoria.
Aunque nunca te conocí, siento que tenemos una fuerte conexión entre los dos, hoy continúo en la lucha de defensa de los derechos de todas y todos los que aquí vivimos. En el país que un día defendiste de los fascistas. Te quiero tío y te sigo honrando cada nuevo día.
Aunque nunca te conocí, siento que tenemos una fuerte conexión entre los dos, hoy continúo en la lucha de defensa de los derechos de todas y todos los que aquí vivimos. En el país que un día defendiste de los fascistas. Te quiero tío y te sigo honrando cada nuevo día.
No olvido la fecha en que te arrancaron el
futuro 13-7-1940
Maite Martín Camuñas
No hay comentarios:
Publicar un comentario