sábado, 9 de marzo de 2019

Querido Tío Pablo


Querido tío Pablo:

Soy tu sobrino Ángel Luis, al que no pudiste conocer porque te asesinaron mucho antes de que yo naciera.
Te escribo en mi nombre y en el de todos tus hermanos y sobrinos. Todos tus hermanos ya han fallecidos y me gustaría que en algún sitio estéis juntos, al menos eso quiero pensar. No pude conocerte, por hace ya ochenta años, un mes de mayo, un grupo de fascistas te asesinaron. Lo hicieron con alevosía, sin siquiera dejarte despedirte de tus padres y hermanos. Lo hicieron los golpistas asesinos, cuando hablaban de “Tiempos de Paz”, pero ellos seguían asesinando, como bien sabes y veías en la cárcel a diario, entre tus compañeros y amigos, pero tu muerte no fue en balde, dejaste un legado de dignidad, de libertad de defensa de la republica que siempre hemos recordado en la familia.
Podías haber huido a Francia, junto con tus hermanos Pepe Y Lorenzo, pero tu limpia conciencia, te decía que debías seguir aquí, en tu patria a la defendiste con orgullo, pensabas que no tenías nada que  temer, solo habías cumplido con tu obligación de demócrata y alcalde, pero  los fascistas eso no lo podían consentir. Fueron a tu casa, te llevaron detenido, delante de tus padres y hermanos, te encarcelaron, seguramente te maltrataron, ese era el sistema para hacerte confesar crímenes no cometidos, te juzgaron con juicios sumarísimos, que eran una farsa, sin defensa legal, donde los fiscales y abogados defensores eran los mismos.
Tus hermanos, como te he comentado ya han fallecido, Pepe y Lorenzo  se exiliaron a Francia,  como tú sabes, pero no sabes que Pepe, se nacionalizo francés y falleció casi con cien años. Lorenzo se alistó en la Resistencia Francesa, para seguir defendiendo la democracia. Lo asesinaron como a  ti, los Nazis y también nos sirve de ejemplo a todos.
Casi todos tus hermanos han fallecido con casi cien todos, excepto mi padre Alejandro, que siendo el pequeño, murió con setenta y nuevo años, justo el día  de su cumpleaños, el  me dejo el encargo de buscar tus restos e intentar que se hiciera justicia contigo. En esa labor estoy. Benita, Antonio y María murieron en paz. Luisa, murió con noventa y nueve y con esa maldita enfermedad llamada Alzheimer, que borro de su mente todos los recuerdos, pero no pudieron borrar sus ideas y hasta el día de su muerte, cantaba la Internacional con el puño en alto y maldiciendo a los fascistas.
Nunca hemos dejado de recordarte, de hablar de ti, nunca dejamos de buscarte y poder darte un descanso digno donde poder llevarte flores. Nunca hemos abandonado esa búsqueda y a día de hoy, seguimos haciéndolo, con la ayuda de amigos. Yo, personalmente, todos los días del año, doy un paso, aunque sea pequeño en tu búsqueda. Nunca dejare de hacerlo, aunque tenemos la pena de pensar que tus restos estarán por algún sitio revueltos en algún osario o incinerados, como nos han dicho o nos ha hecho creer.
Que la tierra te sea leve tío, allá donde estés, sabes que eres recordado con orgullo y cariño, por tu ejemplo de lucha en defensa de la Democracia y la Libertad.
Hasta el día en que nos encontremos:
¡Salud Y República!
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Pablo González Fernández fue Alcalde de Boadilla del Monte. La última vez que se le vio con vida fue en la cárcel de Porlier. Tenía 29 años.
Me contaba mi padre que, al parecer, querían fusilar a las monjas del convento de clausura que hay en Boadilla y mi tío se opuso. Las puso custodia y por la noche las sacó del pueblo con ropas de mis tías y abuela y así evitó su asesinato.Cuando se intentaron buscar avales para evitar el fusilamiento de mi tío, recurrieron a las monjas que ya habían regresado al convento una vez finalizada la guerra y estas se negaron a darle los avales necesarios para evitar su fusilamiento.
Pablo González Fernández no consta, como tantos otros, en el listado Nuñez / Rojas. Pero fue fusilado el 26 de mayo de 1939 junto a las tapias del Cementerio del Este, tal y como ha podido constatar el historiador Santiago Vega Sombría con documentos del Registro Civil en la investigación en curso.
Una tia contaba que ella vio el cadáver de su hermano y que tenía la cabeza entre las piernas.
Mi abuela llevaba flores a una tumba del cementerio de la Almudena, donde le dijeron que estaba su hijo y un día abrieron la tumba y, al parecer, el cuerpo de esa tumba era de una mujer. Nunca supieron donde se encuentra.
(Testimonio y fotografía aportados por Ángel Luis González, sobrino de Pablo González Fernández)


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