sábado, 28 de marzo de 2009

La carta común

Allí donde te encuentres:
Ya soy unos cuantos años mayor que tú, así que imagina que raro llamarte abuelo. Pero quiero que sepas que me siento orgulloso de tu vida, de quién eras, de qué eras y de cómo eras.
No conocemos mucho de ti, lo que sabemos es que no merecías morir tan joven. Que creías en lo que hacías y por lo que luchabas, que cumplías con honor y que afrontaste tu destino con fortaleza envidiable.
Lo poco que sé ya tengo que decirlo. Remover las huellas que has dejado, destejer los hilos de la historia (aunque tenga también que oír lo que tus verdugos quisieron contar). Será como acompañarte a destiempo, desandar contigo el camino y recuperar aquellas otras primaveras.
No culpo a nadie por las mentiras que me contaron, pues pienso que todo lo hicieron por mi bien, para que no me criara en el rencor y en el odio. Y lo consiguieron. Sigo mirando tu imagen en la única foto que conservo, de un tiempo cargado de esperanzas, en que todos los sueños estaban por cumplir. Eras un rostro joven en una foto antigua y el recuerdo impreciso de algunas cosas que mi padre contaba. Todo pudo quedar ahí, una ausencia más que el tiempo acaba por borrar para siempre…
Vinieron años de silencio hasta que tus cartas me llegaron y te respondí pronunciando tus palabras, escribiendo tu nombre. Esa carta tan linda que enviaste a tus hijos, y que no sé como alguien puede escribir en el momento en que conoce su destino, sabiendo que no hay marcha atrás.
He visto tus notas y tus cartas. Hasta una huella, donde también puse mi dedo después de tantos años.
Con lo que me ha costado recuperarte…cómo para olvidar. Nadie me hablaba de ti, ni papá, ni la abuela… Siempre había un muro entre mis preguntas y sus respuestas. Luego supe que tenían miedo, mucho miedo.
¡Cuánta injusticia, cuánta indecencia, cuánta inmundicia tras el dolor que sufristeis todos los que os posicionasteis contra el fascismo y la barbarie!
Con toda la miseria que me ha tocado sobrellevar, nunca he codiciado lujo ajeno, sólo la figura de un padre.
Nuestras víctimas no son fantasmas, son personas con nombre y apellidos, con historias, con vidas repletas arrancadas al alba.
A la orden de ¡FUEGO! Cobardemente te fusilaron. Ya no había una guerra…Mataron tu cuerpo, vuestros cuerpos, pero no pudieron matar las ideas que defendíais. Esas balas no pudieron llevarse tu nombre y tu descendencia y… aquí estamos todos los tuyos, para agradecerte, celebrarte y recordarte. Hoy para ti no hay noches frías, ni días sin libertad, definitivamente no estas solo, lates con fuerza, pues habitas permanente en el corazón de tus hijos, de tus nietos y biznietos, de tus sobrinos y de toda tu maravillosa familia.
Quizás los lazos de sangre merman en importancia al lado de otros lazos que me han unido a ti y a tu recuerdo, me refiero a los lazos de las ideas y de los compromisos profundos.
¿Cómo, con el ejemplo que me has dado, iba yo a tener otro ideal que por el que, tú y otros muchos, disteis la vida? Hoy la Democracia esta implantada en España después de 40 años de una dictadura tremenda y feroz.
Dicen que uno no puede echar de menos lo que nunca tuvo, pero no es cierto. Yo te he extrañado en innumerables ocasiones, cuando mi alma comenzó a tomar parte activa en cada paso de mi vida, cuando comprendí que el más importante principio de un hombre ha de ser el de ser fiel a sí mismo. Debemos sentirnos afortunados de haber vivido en una sociedad más justa y tolerante que aquella que te engulló a ti y a tantos españoles de bien.
Aún así, ya sabes como estamos por aquí, siguen las guerras, el ser humano que no cambia… ¡Qué te voy a contar que no sepas! Esos que jamás serán capaces de mirarse en el espejo de la verdad...
Todas las noches doy un beso a tu fotografía y parece que me hablas. Pura ilusión la mía, me dices…"Lucha, lucha, como luchó tu padre. Yo te ayudaré ya lo verás."
Yo no he podido tener
Tus últimos pensamientos…
Sólo cuentos que escribías
Para que, al irme a dormir,
Nunca te echara de menos
Descíframe la mirada
De tus ojos azul cielo.
Quiero saber que estás cerca,
Que siempre estás a mi lado.
Que no te has marchado lejos.
Hace más de cuatro años que rescatamos vuestros nombres de un listado casi perdido y los enganchamos al viento, para lanzarlos al mundo entero y escribir vuestra noble historia arrebatada. Seguro que te cuesta creerlo, pero gracias al viento y al inquebrantable mensaje que portaba, nos hemos podido abrazar con otros nietos, hijos y sobrinos de las víctimas, con muchos de tus camaradas y amigos que tuvieron que soportar la suerte de una vida sin libertad y sin futuro. Algunos que compartieron también cárcel contigo. Algunos que aún viven y luchan.
Abuelo, de alguna manera, llevamos tiempo sembrando aquellos surcos que dejaste a medias, para que puedan alimentarnos de dignidad algún día. Si te busco, si alguien busca a un luchador, es inevitable que sea para seguir su estela. Siempre estaréis presentes en nuestras vidas y en tanto os recordemos, en nosotros seguiréis viviendo.
Deseo con todas mis fuerzas que estés en ese lugar, que soñabas, por encima de las ambiciones de la humanidad.
Si ese lugar existe, seguro que estás allí.


(Esta carta común es un resumen de las todas las recibidas de vuestros familiares y amigos, en la idea de que esta vez y después de 70 años, ninguna víctima del franquismo se quede sin recibir correspondencia.
Vuestra muerte temprana os evitó ese último sufrimiento, es último gesto de estupor ante la crueldad humana: la del mundo que nos ha tocado vivir a nosotros, pero también la ilusión de saber que mantenemos intacta nuestra capacidad de lucha cotidiana, con el pasado, si, pero sbre todo con el presente de todos los días.
Así que ya veís, lo que hiciesteis sí que sirvió para mucho.
He de terminar. Besos a todos.)

1 comentario:

Ripley dijo...
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